Hay momentos en la vida de los partidos políticos que pueden cambiar el rumbo de la historia del país durante varias generaciones como cuando se procede a la elección del líder. Así sucedió en 1932 cuando Largo Caballero se hizo con el control del PSOE desplazando a Julián Besteiro.
Julián Besteiro nació en Madrid en 1870. Alumno de la Institución Libre de Enseñanza, fue catedrático de Lógica de la Universidad central y presidente del PSOE y de la UGT en 1925. Socialista sincero, anticomunista convencido y contrario a la dictadura del proletariado, trató de impedir la deriva izquierdista de su partido.
Largo Caballero nació también en Madrid, un año antes. Asistió a la escuela de los 4 a los 7 años. Su profesión era estuquista. No era un obrero ilustrado, solo aprendió de forma autodidacta algunos conceptos del marxismo. Representante del ala extremista del partido, se le ha llamado el Lenin español.
Convencido que la democracia es incompatible con el socialismo, su ideología se resume en la siguiente frase “La clase obrera debe adueñarse del poder político, por eso hay que ir a la revolución”. Cuando Stalin le dijo que moderara el aspecto externo de la revolución le contestó: “la institución parlamentaria no goza entre nosotros de gran predicamento.”
En 1932, desplazando a Besteiro, se hizo con el poder en el PSOE y desde entonces fue el líder indiscutible de la UGT y del Partido durante 30 años.
En 1934, tras perder las elecciones ante la derecha, consiguió la radicalización del partido y lo embarcó en una aventura golpista contra la República en Octubre de 1934 con la Revolución de Asturias, a la que se sumaron los separatistas catalanes y vascos como compinches.
Treinta mil mineros armados en las fábricas de Oviedo y de Trubia, desafiando al Gobierno de la República, pretendían llegar a la cuenca de León y desde allí controlar el Norte de España. El Gobierno de la República mandó al general Franco a sofocar la rebelión.
Iniciada la Guerra Civil de 1936, fue nombrado Jefe de Gobierno y ministro de la Guerra y su objetivo fue la organización de un Estado revolucionario sobre las ruinas del republicano.Después de haber autorizado formalmente el envío del oro del Banco de España a Moscú, un día se cansó de las continuas interferencias de los soviéticos en su tarea y echó de su despacho, prácticamente a patadas, al embajador Rosenberg. Convertido en enemigo de Stalin, firmó así su sentencia de muerte política y estuvo a punto de su muerte física.
En 1937 fue sustituido en la Presidencia del Gobierno por Negrín.
Terminada la Guerra Civil, apresado en Francia por la Gestapo fue enviado a un campo de concentración, antesala de la muerte.
En su haber está el que fue un hombre honrado y, aunque fue uno de los grandes responsables políticos de la guerra, amaba sinceramente a España. Él nunca hubiera dicho, como Pablo Iglesias, que el himno nacional era una pachanga fangosa.
Si hubiera triunfado las tesis de Besteiro se habría evitado la rebelión contra la República en el 34 y la deriva bolchevique del 36 que llevó a la guerra civil. “Irán a la guerra civil, que además no están seguros de ganar”, había dicho Bdesteiro.
Perdida la guerra don Julián se negó a seguir al gobierno del PSOE en su huída a Valencia aguantando junto a sus electores los bombardeos y los paseos. Se hizo cada día más anticomunista. La última vez que vió a Negrín, cuando era Jefe de Gobierno de la República, le dijo:”le tengo a Vd. por un agente de los comunistas.”
Al final de guerra se unió al golpe del General Casado que deseaba negociar la rendición de Madrid, en contra de Negrín, que pretendía la continuación de la guerra.
En las negociaciones con Franco para la rendición no consiguieron nada.
Todos se fueron a excepción de él, que se quedó pensando que podría interceder a favor de los republicanos que se quedaron.
Franco fue mezquino con él. El tribunal militar no lo condenó a muerte, pero si a cadena perpetua en el penal de Ocaña donde muy enfermo, murió.
Era un hombre de la izquierda nacional de toda la vida que desde el 34 se convirtió en más anti comunista que el propio Franco y que luego, cuando pudo huir se quedó, sacrificando su vida. Ese comportamiento merecía un respeto por parte de Franco.
Pudo haber sido el hombre más importante del socialismo español del siglo XX de haber llegado a ser Presidente del Gobierno o de la República.
Enrique Gómez Gonzalvo 08–11–2016 Referencia 141
.