Anna Gabriel, (Diario el País 12 de mayo del 2016) una de las máximas dirigentes de la CUP le gustaría formar parte de un grupo que decidiera tener hijos en común que posteriormente serían educados por la tribu.
La idea de la «maldad» congénita de la familia y las bondades de la vida tribal late en los orígenes mismos de las primeras utopías socialistas.
La mayor parte de los teóricos del comunismo, desde Platón hasta Marx, han coqueteado con la idea que la familia debe desaparecer. No han faltado ‘experimentos sociales’ de comunidades comunistas en las que se prescinde de la familia y del matrimonio como formas de organización social.
Platón, por ejemplo proponía que en su ciudad ideal hubiese una ‘comunidad de mujeres’. Ningún hombre tendría una esposa individual, sino que habría encuentros sexuales casuales. Los hijos no serían criados por sus madres biológicas, sino por un gremio de maestras dedicadas especialmente a las labores domésticas. En esa ciudad ideal, no habría propiedad privada y eso incluye a las mujeres. Ninguna mujer sería ‘propiedad’ de ningún hombre bajo la institución del matrimonio. Todo sería de todos, incluyendo las relaciones sexuales.
Durante los primeros siglos del cristianismo, varias sectas organizadas bajo una forma de comunismo también pretendieron prescindir de la familia y del matrimonio.
En los primeros años de la revolución bolchevique, estas ideas se tomaron muy en serio. Los soviéticos empezaron a promover la promiscuidad.
Alexandra Kollonstai, defendía la idea de que el sexo debería ser algo tan natural como “tomarse un vaso de agua” y así como no negamos a un extraño un vaso con agua, tampoco deberíamos negarnos a tener relaciones sexuales con personas con las cuales no tenemos muchos vínculos emocionales.
En Israel, los kibutz se formaban como comunidades en las cuales no habría propiamente promiscuidad, pero con todo, los niños serían arrebatados de sus padres y entregados al Estado para ser criados comunalmente.
Los hippies defendían un estilo de vida comunitario en el cual todos los miembros adultos de la comuna tendrían actividad sexual entre sí y los niños de esta comuna no tendrían un padre o una madre en particular, sino que todos los adultos de la comuna serían sus padres y madres.
Para los comunistas, mediante la institución de la familia, el niño desarrolla un sentido de propiedad: él es propietario de un padre, un hermano, una madre. Y de decir: “esa mujer es mi madre”, a decir “este pedazo de tierra es mío”, hay un trecho muy corto.
La causa de la inquina de la izquierda totalitaria contra la institución familiar es la obsesión por eliminar todos los cuerpos sociales intermedios para asegurar el poder omnímodo del Estado sobre un ser humano. Y terminar con la familia es imprescindible para imponer su modelo de sociedad. Lo ha dicho Anna Gabriel. La familia es un peligroso nido de crianza de conservadores que genera una lógica perversa. La conclusión es clara: hay que terminar con ella.
Por eso la izquierda en España ha legislado profusamente para reducir la influencia de los padres en la educación de los hijos. El ejemplo más claro de ello es Educación para la Ciudadanía con la que los socialistas impusieron un catecismo progre para la educación de la juventud.
Los socialistas también reformaron los artículos del Código civil y convirtieron el cachete en un delito. O la ley Aido que permite a las menores de edad abortar sin siquiera informar a sus padres o la Ley de Transexualidad de la Comunidad de Madrid, que permite que un menor reciba tratamiento médico para el cambio de sexo incluso en contra de la voluntad de sus padres.
La realidad es que la familia, como el matrimonio, el comercio, la propiedad privada, no la inventó nadie. Surgió espontáneamente en el curso de la evolución humana porque la familia es una institución clave para el desarrollo de la persona. En el seno de la familia los padres educan a sus hijos de acuerdo con sus valores y la familia es la primera institución asistencial, sus miembros se apoyan entre ellos, proporcionándose ayuda material y moral ante las dificultades.
Hoy día la familia está en crisis: se forman tardíamente, presencia de un solo hijo, ausencia del abuelo, frecuencia de divorcios, familias anormales como la de homosexuales, etc., pero a pesar de todo ello es una institución muy sólida sobre todo en los pueblos mediterráneos y digamos en tono jocoso, que los podemitas que han entrado recientemente en los Ayuntamientos los primero que han hecho ha sido “colocar” a los miembros de su familia.
Enrique Gómez Gonzalvo, 14-10-2016 Referencia 162
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