FRANCO Y LA FALANGE

  Franco y la Falange

Franco y la Falange

 

                                    

El General Franco no tenía ideología, no poseía  un proyecto político  como Hitler,  Stalin o Mussolini.  Era conservador,  católico, amante del orden y de la propiedad privada, pero fundamentalmente  anticomunista y militar.

Coincidía con José Antonio  en el anti comunismo, el anti liberalismo, el catolicismo y en el autoritarismo.  Discrepaba en todo lo demás, sobre todo en el carácter socialista del fascismo y en su revolución nacional sindicalista. Pero  un millón de afiliados a Falange  le apoyaban y para desvirtuarla, la mezcló con los tradicionalistas, los carlistas y con las JONS y creó el Movimiento Nacional, que nadie sabía  que era.

Con todo, Franco comenzó su andadura tomando como  modelo el fascismo italiano. Fue la época azul de 1939 a 1943. Disminuyó su influencia cuando se vislumbró  la derrota de las potencias del eje, Italia y Alemania, durante la Segunda Guerra Mundial. Entonces aumentaron su influencia  los  católicos, primero los  tradicionalistas y a partir de 1957 los tecnócratas del Opus Dei, que se declaraban apolíticos.

La aportación de los falangistas en la primera fase muy importante y fueron los responsables de la gran intervención del Estado en la economía.  En el año 1939 se creó el Instituto Nacional de Colonización que intentó una reforma agraria sin grandes expropiaciones y con los precios fijados por el Estado.

El  sistema económico se basó en la autarquía hasta 1959 en que se aprobó  el Plan de Estabilización porque  el país estaba al borde de la bancarrota.

También influyó la Falange en la protección de los trabajadores mediante la legislación laboral (las llamadas magistraturas que hoy llamamos juzgados de lo social) y en la  seguridad en el empleo, a cambio de no existir el derecho de huelga. Muchos falangistas pensaban que la Falange era compatible con el socialismo; lógicamente no con en el socialismo real, el de Rusia, sino con el corporativismo católico.

También era de inspiración falangista el híper nacionalismo, la  idea del imperio, el machismo, la exaltación patriótica, y el adoctrinamiento político de las mujeres (Sección Femenina) y de la juventud (Frente de Juventudes).

Del fascismo italiano se copió la parafernalia del uniforme (camisa azul), cierto carácter militar con  marchas, banderas, la exaltación del líder, el saludo romano, eslóganes, gritos rituales y  una retórica confusa. Todos  los oficios del régimen terminaban por Dios, España y su Revolución Nacional sindicalista.

Lo peor de la Falange fue su intervención en la represión que se produjo en la post guerra, que  aunque el gran responsable fue el general Franco, fue alentada por ellos y  que además de brutal era innecesaria. Si bien, pronto se moderarían  en sus afanes revolucionarios.

La aportación de los católicos se limitó a la  defensa de la religión y de la moral católica  conservadora.

La aportación del ejército, el principal sostén del régimen, se limitó al patriotismo, la  austeridad, el autoritarismo, la  unidad nacional y el  orden público.

La aportación  de los monárquicos,  tanto carlistas como donjuanistas, fue prácticamente nula.

Finalmente, los tecnócratas, casi todos ligados al Opus Dei, fueron la base del régimen desde el año 1958. Ellos nos sacaron del subdesarrollo y  convirtieron  España en la décima potencia industrial del mundo.

      Enrique Gómez Gonzalvo,  31 de Enero de 2016 Referencia 7


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